Los investigadores valoran que las formas más tempranas de la variante británica pudieron haber evolucionado en perros.
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La presencia de mutaciones del SARS-CoV-2, incluida la variante emergente B.1.1.7, conocida como variante británica, ha suscitado preocupación en las autoridades sanitarias de todo el mundo, debido a su cambio de patogénesis, transmisión y a su resistencia inmunológica.
Por ello, investigadores de diferentes países están estudiando estas mutaciones. En este sentido, un equipo de científicos de distintos centros de investigación de Shanghái han analizado 454.443 genes de las proteínas de la espícula del SARS-CoV-2, así como 14.427 secuencias de genoma completo tanto de humanos como de animales para conocer su evolución, filogenia y cadenas de transmisión. Los resultados, aún no han sido revisados por pares.
Su conclusión es que las formas más tempranas de la variante británica pudieron no haber evolucionado espontáneamente en el Reino Unido o dentro de las poblaciones humanas, sino que los datos sugieren que lo hicieron en animales de la familia Canidae, Mustelidae o Felidae, siendo lo más probable que ocurriera en perros, por lo que señalan a estos como un posible huésped del progenitor directo de la variante.
Los autores indican que los coronavirus generalmente tienden a exhibir una evolución rápida cuando saltan a una especie diferente, por lo que analizaron los genes del SARS-CoV-2 existentes en muestras recolectadas de animales para encontrar un posible progenitor directo de la variante, lo que les llevó a la muestra de un perro recolectada en Estados Unidos en julio de 2020.
De esta forma, la teoría es que la variante podría haber infectado animales de alta densidad y susceptibles (como perros) y adaptarse a estas especies a través de una rápida mutación, pues sugieren que las nueve mutaciones identificadas que caracterizan a la variante están correlacionadas y es poco probable que ocurrieran de forma espontánea.
Por todo esto, creen que al haber identificado la mayoría de las mutaciones características de la variante británica en las formas tempranas identificadas dentro de la familia Canidae es posible que hubieran regresado a los humanos después del periodo de mutación rápida.
Así, consideran que el derrame probablemente se produjo a partir de animales susceptibles. En este punto, destacan que el SARS-CoV-2 puede infectar eficazmente tanto a animales domésticos (por ejemplo, perros o gatos) como a animales salvajes (visones, conejos y zorros) al unirse a su enzima convertidora de angiotensina 2 (ACE2).
Además, los autores recuerdan que ya hay estudios que demuestranla susceptibilidad de los animales de compañía a la variante británica, aunque apuntan que esto es solo una hipótesis, a falta de más estudios, y otra hipótesis alternativa es que la variante originaria simplemente aún no se ha muestreado.
La Asociación Mundial de Veterinarios de Pequeños Animales (WSAVA) ya analizó en su último informe el posible impacto de las variantes del coronavirus en los animales de compañía, pues se habían descrito casos de miocarditis relacionados con la variante británica que preocupaban al colectivo.
En este sentido, la asociación recordaba a los veterinarios de todo el mundo que la pandemia continúa y hay que ser diligentes en las estrategias para disminuir la transmisión entre las personas y sus mascotas.
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