La veterinaria Rosa Vallori sufrió una infección grave por una bacteria multirresistente transmitida por la mordedura de un gato al que atendía.
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La resistencia a los antibióticos es ya uno de los problemas de salud pública más acuciantes en todo el mundo. Sin ir más lejos, en el caso de Europa, más de 35.000 personas fallecen al año por esta causa y, en España, tal y como señalaron desde la Organización Colegial Veterinaria (OCV), la resistencia a antibióticos provoca el cuádruple de muertes que los accidentes de tráfico.
El problema de la resistencia a los antibióticos afecta tanto a la salud humana como a la animal y ambos sectores están realizando esfuerzos para lograr un uso prudente de estos fármacos y que sigan siendo eficaces.
Y es que las bacterias multirresistentes pueden terminar generando cuadros muy graves y situaciones límite en casos que antes se solucionaban con un tratamiento antibiótico rutinario. Esto es precisamente lo que le ocurrió a la veterinaria Rosa Vallori, del Centre Veterinari Muntanya (Mallorca), que tuvo que ser hospitalizada e intervenida quirúrgicamente por una infección en su mano.
Según explica Vallori en declaraciones para Animal’s Health, todo comenzó el domingo de Pascua del año 2021, cuando tuvo que atender a un gatito que había ingresado en su clínica con síndrome respiratorio felino y permanecía hospitalizado.
Parecía tratarse de uno más de los pacientes a los que esta veterinaria con 20 años de experiencia en clínica de pequeños animales trataba a diario, pero, al trasladarlo de la jaula de hospitalización a un transportín, el animal se asustó y le mordió.
Al día siguiente, el lunes, notó que su mano estaba bastante hinchada y un amigo sanitario le aconsejó ir al hospital. Una vez allí, el personal sanitario le indicó que debía quedarse en urgencias, donde le administraron suero y controlaron sus ganglios. Esa misma noche Vallori se quedó ingresada en el hospital.
La veterinaria Rosa Vallori en su clínica
LOS ANTIBIÓTICOS NO HACÍAN EFECTO A LA VETERINARIA
“El martes, mi mano seguía hinchada, y me estaban administrando antibióticos intravenosos. Además, tenía que estar en dieta absoluta por si tenía que entrar en el quirófano, pero como vieron que no había pus ni se había abierto la herida me dieron de comer”, indica.
Tras comer, la veterinaria cuenta que se rozó la mano afectada y en ese momento comenzó a salir pus de la herida, así que fue enviada al quirófano, donde se le puso un drenaje.
“Después de cenar, el miércoles por la tarde, me noté el antebrazo, rojo, inflamado, caliente y con crepitación —aire debajo de la piel—, notaba como unas burbujitas, lo que indica que hay una bacteria productora de gas”, remarca, y explica que unos pocos minutos después de ponerlo en conocimiento del personal sanitario se decidió que pasara por quirófano de nuevo, de urgencia, “a las 11 de la noche”, para ponerle otro drenaje.
Vallori apunta que el personal del hospital pensaba que se trataba de una fascitis necrotizante, infección bacteriana rara que se propaga por el cuerpo rápidamente y puede causar la muerte.
“El jueves por la tarde vuelvo a notar cómo, pasado el codo, se vuelve a poner el brazo rojo, con crepitación. En este momento me puse verdaderamente nerviosa, porque llevaba desde el lunes, es decir 3 días, me iban cambiando los antibióticos y esto no avanzaba”, rememora.
A toda esta situación hay que añadirle que, por las restricciones propias de la pandemia, la familia solo podía acudir a visitarla por un tiempo muy limitado, lo que hizo la situación aun más dura para Vallori.
Además, según relata, se llevaron a su compañero de habitación por prevención, dado que no se sabía qué bacteria era la causante de su situación. “Tenía mucho tiempo para pensar”, reconoce, asegurando que se ponía en lo peor por momentos, pensando incluso en una hipotética amputación.
La mano hinchada de la veterinaria tardó días en mejorar
LA VETERINARIA TUVO QUE ESTAR UN MES DE BAJA POR LA BACTERIA RESISTENTE
No fue hasta el viernes cuando el personal del hospital tuvo los resultados del cultivo y el antibiograma. Los resultados, detalla, Vallori, fueron que la bacteria que le causó la infección era multirresistente, y solo era sensible a antibióticos como la vancomicina y el linezolid.
A partir de ese momento, con la información disponible sobre los antibióticos con los que se podía hacer frente a la bacteria, la situación fue mejorando y, finalmente, el martes permitieron a la veterinaria salir del hospital.
“Después estuve 10 días más con otro antibiótico que es de uso hospitalario. De ahí tuve que ir a la mutua, ya que esto es un accidente laboral. Posteriormente comencé a ir a rehabilitación y al cabo de un mes me di de alta, porque como autónoma no podía permitirme estar más tiempo sin trabajar”, afirma.
Vallori explica lo complicada que resultó para ella la situación a nivel laboral, aunque pudo estar este tiempo de baja gracias a que son dos veterinarias en la clínica. “Si no, me hubiera tenido que dar de alta el primer día”, remarca.
Gracias a la rehabilitación, que duró varios meses, Vallori asegura que actualmente puede hacer vida normal con la mano afectada. Respecto a la situación por la que tuvo que pasar, la veterinaria reconoce que es algo muy raro, y asegura que no conoce ningún caso similar de bacteria resistente a los antibióticos que haya afectado a otro compañero veterinario.
Las primeras semanas tras el mal trago, Vallori apunta que tenía miedo a que una situación así pudiera volver a pasar, aunque afirma que rápidamente volvió a retomar la rutina de una manera normal, afrontando su día a día y los pacientes más difíciles como siempre lo había hecho.
“A día de hoy me atrevería a atender al mismo paciente que me mordió en aquella ocasión”, indica la veterinaria, demostrando haber superado el incidente y, eso sí, reconociendo que este caso le ha hecho comportarse de manera aún más cautelosa en su día a día.
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