Pollos en una granja. DANCHOOALEX (GETTY IMAGES)
En el Instituto Roslin de la Universidad de Edimburgo, el centro de investigación animal donde se creó la oveja Dolly, han utilizado la edición genética para gestar pollos resistentes a la infección por gripe aviar. Este virus letal para las aves, que produce grandes pérdidas económicas en todo el mundo y puede, en algunos casos, infectar a los humanos y matarlos, se ha mostrado escurridizo para las vacunas, cambiando con rapidez las proteínas de su superficie que reconoce el sistema inmune. Un grupo de investigadores británicos, que hoy publica sus resultados en la revista Nature Communications, ha probado el potencial de modificar pequeñas secciones del ADN de los pollos para evitar, aunque solo en parte, la infección de gripe.
La gripe A necesita una proteína de las células de los pollos, la ANP32A, para replicarse. El equipo de científicos, liderado por Mike McGrew, investigador de la Universidad de Edimburgo, utilizó la técnica de edición CRISPR para modificar el gen que produce la proteína en las células germinales de los pollos, algo que les permitiría transmitir el cambio a su descendencia. De esta forma, se crearon animales que apenas se infectaron de gripe cuando se les expuso a otras aves con el virus (solo 1 de 10 lo cogió) y no contagiaron después a otros pollos. En una prueba posterior, cuando se les inoculó una dosis mil veces superior, 5 de 10 se infectaron.
Los autores explican que el virus se adaptó al cambio y pasó a utilizar otras dos proteínas de la misma familia (ANP32B y ANP32E) para continuar replicándose, aunque con menos eficiencia. Esto hizo que los autores probasen la edición de dos genes más, consiguiendo así detener la progresión del virus en los huevos. Aunque no llegaron a dejar crecer pollos con esta triple edición, los autores creen que tendría efectos secundarios nocivos sobre la fecundidad de los animales, su capacidad para coger peso o la protección frente a otras enfermedades, algo que haría imposible su aplicación práctica. Aun así, consideran que es una prueba de concepto de que es posible utilizar esta técnica para proteger de la infección por gripe A.
Lluís Montoliu, genetista del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC, que no ha participado en el estudio, valora el resultado como anuncio de un futuro en el que se puedan generar “animales resistentes a infecciones por gripe, que requerirán no una, sino varias modificaciones genéticas”. “Generar más de una modificación en un mismo animal hubiera sido todo un reto hace unos años”, explica. “Ahora es mucho más sencillo con las herramientas CRISPR de edición genética”, añade. Según explica el investigador, estas técnicas permiten trasladar “mutaciones existentes ya en la naturaleza”, porque “hay pollos resistentes a gripe con dos mutaciones en ANP32A, a la producción de aves editadas”. “Aprovechamos la variabilidad genética existente para generar resistencias”, resume.
Además de conseguir introducir mutaciones protectoras sin crear animales menos productivos, los investigadores quieren asegurarse de que con sus cambios no empujan a un virus tan versátil como el de la gripe en direcciones peligrosas. Cuando le quitaron su proteína ANP32A, los virus se adaptaron para utilizar proteínas de la misma familia que se encuentran en humanos. Según explica Wendy Barclay, investigadora de Imperial College London y coautora del trabajo, “esto no significa que podría infectar a humanos, pero debemos ser cautos para no facilitar adaptaciones del virus que lo hagan más peligroso de lo que es”.
Una vez superados los problemas y riesgos de la edición, la aplicación práctica, como reconoce McGrew, tendría que superar otras dificultades. “Se producen unos 70.000 millones de pollos al año. Para llegar a esa cifra, empiezas con unos 100.000 en la cúspide de una pirámide reproductiva que vas expandiendo durante cuatro años. Empezarías editando a los animales de la cúspide para que luego se reprodujesen transmitiendo la resistencia a su descendencia”, explica. “Pero los pollos no son como otros animales, en los que un macho se aparea con 100 hembras. Es, más bien, 100 con 100, y meter tantas ediciones va a ser algo difícil”, reconoce.
Víctor Briones, investigador del Centro de Vigilancia Sanitaria Veterinaria de la UniversidadComplutense
de Madrid, considera que es “una prueba de concepto interesante”, pero cree que su aplicación solo sería posible “en la avicultura industrial”. Además, recuerda, “los grandes reservorios [de la gripe aviar] son las anátidas [aves, habitualmente migratorias, de la familia de los patos]”. Aunque introducir este tipo de cambios genéticos en aves salvajes parece difícil de hacer realidad, McGrew señala que los tres genes modificados “se encuentran conservados en todas las especies de aves y esa edición debería funcionar con cualquier especie”. Incluso entre los pollos domésticos, la gran cantidad de variedades haría necesario que los cambios se introdujesen por separado en cada una de ellas. Los autores trabajan ahora en la resolución de estos y otros problemas para convertir en una solución práctica un interesante trabajo científico.
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