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El veterinario rural que se adelantó al coronavirus y salvó a su municipio

09/10/2020EstremaduraAnimal`s Health

Antonio Morillo, veterinario y concejal de Sanidad de Valdelacalzada.

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Cuando a finales de febrero se confirmaron los primeros casos de coronavirus en la península —antes ya hubo casos en las islas canarias— las autoridades y la población española aún no estaban concienciadas del peligro del virus, y se consideraban aún casos importados de Italia y ajenos al país.

No fue hasta la segunda semana de marzo cuando las comunidades autónomas fueron conscientes de que el virus circulaba desbocado por España y se tomaron las primeras medidas, que se centraron en prohibir actos multitudinarios y cancelar las actividades lectivas. La medida definitiva fue el establecimiento por parte del Gobierno central del estado de alarma el 14 de marzo.

Analizando lo sucedido, el consenso científico ha sido que España quizá actuó demasiado tarde, y que tendría que haber tenido más en cuenta la situación de emergencia de Italia y haberse preparado para combatir el virus.

Eso fue precisamente lo que hizo Antonio Morillo, veterinario rural y concejal de Sanidad de Valdelacalzada, un pequeño municipio de cerca de 2.800 habitantes de Extremadura que a principios de marzo se convirtió en una de las primeras poblaciones de la región en tener casos de coronavirus, provocados por una estudiante de Erasmus que había viajado a Italia.

En ese momento no se había tomado ninguna medida para frenar el virus en España, ni por parte de las comunidades ni del Gobierno central, pero Morillo, que lleva 17 años realizando saneamientos ganaderos y enfrentándose a diferentes zoonosis, estimó que había que tomar medidas de prevención para frenar la enfermedad y que su pueblo debía prepararse para lo peor.

“Me puse manos a la obra, a investigar. Me basé sobre todo en las medidas que se estaban tomando, por ejemplo, en Corea del Sur”, señala el veterinario, que recuerda que la primera medida que tomó fue cerrar el centro de día del pueblo, debido a la concentración de personas mayores, que eran las más afectadas por el coronavirus.

Morillo recuerda que en ese momento no había ningún tipo de protocolo, ni siquiera para proteger a las personas más vulnerables, y por lo tanto decidió hacerlo por su cuenta aprovechando sus conocimientos en veterinaria, simplemente porque creyó que se estaba asumiendo un riesgo innecesario, aunque algunas personas del pueblo, en ese momento, no terminaron de comprenderlo.

SU ACTUACIÓN EVITÓ QUE SE DESATARAN BROTES EN PERSONAS DE RIESGO

“Cerré el centro de día una semana antes de que se tomara ninguna medida en España”, recuerda el veterinario, que asegura que “le costó horrores” llevarlo a cabo, debido a la burocracia. “Me decían que era un iluminado”, bromea Morillo, que asegura que tomar medidas en ese momento en el que ninguna autoridad había dado la voz de alarma no fue fácil.

Otra de las medidas que se tomó fue la de desinfectar el municipio. Para ello contó con agricultores voluntarios, que aportaron su equipamiento para fumigar las calles con solución desinfectante con base de hipoclorito sódico (lejía). Además, dobló los turnos de limpieza del centro de salud y desinfectó farmacias, así como edificios y mobiliario públicos.

Asimismo, el concejal movilizó a un grupo de voluntarios para fabricar equipos de protección, que repartieron gratuitamente entre los vecinos del pueblo, aunque en ese momento ni siquiera se recomendaba la mascarilla obligatoria. Cuando el pueblo estuvo abastecido, los equipos de protección se distribuyeron a distintas residencias de ancianos de Extremadura, o incluso a la Guardia Civil o la Cruz Roja.

Aislar a los ancianos y atenderlos en casa, es la medida de la que Morillo se siente más orgulloso. Y es que apunta que en otros municipios de su entorno no se realizó a tiempo, y “por desgracia, tuvieron problemas graves”.

Sin embargo, en Valdelacalzada, de momento, no han tenido que lamentar ningún fallecimiento, a pesar del envejecimiento de la población propio de las zonas rurales. “Este protocolo ha funcionado, y lo han imitado en muchísimos sitios, en muchas poblaciones rurales”, indica.

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Antonio Morillo con equipamiento de protección durante una ronda de desinfección

APLICÓ CRITERIOS DE PREVENCIÓN, QUE CONOCEN BIEN LOS VETERINARIO

“Yo lo que hice fue aplicar principios de prevención que conocemos muy bien los veterinarios”, asegura Morillo, que recuerda que los veterinarios están acostumbrados a luchar con virus muy contagiosos, como los que provocan la enfermedad de Aujeszky, las pestes porcinas o gripe aviar y hay protocolos ya muy asentados que se podrían haber adaptado y aprovechado.

Asimismo recuerda que la Covid-19 es una zoonosis, y en ese campo los especialistas son los veterinarios. “Los médicos se centran más en curar a los pacientes, pero en la prevención el veterinario debería de tener un papel más relevante”, defiende.

“Nosotros luchamos todos los días contra zoonosis como esta. Yo llevo 17 años en la erradicación de tuberculosis y brucelosis”, afirma, y recuerda que él viene haciendo tareas de concienciación sobre prevención de zoonosis entre los granjeros de la región.

“No somos solo clínicas de perros y gatos”, insiste, y critica que no se haya contado con los veterinarios en los comités de gestión o no se haya aprovechado el potencial de los laboratorios de salud animal para realizar PCR.

AFRONTANDO LA SEGUNDA OLA

Después de haber conseguido evitar que el coronavirus se expandiera por la población en marzo, Morillo lamenta que ahora Valdelacalzada se encuentre en una situación peor que en esos momentos, cuando la pandemia estuvo en su mayor pico.

Y es que en esta segunda ola sí que se ha producido transmisión intracomunitaria (ya son 17 casos), algo que no había ocurrido hasta el momento. “Este virus ha costado dramas a muchísimas familias”, lamenta el veterinario, que aboga por dejar de lado cuestiones políticas y económicas y ceñirse a los criterios sanitarios.

La intención de Morillo ahora es tomar medidas de contención, porque esta vez la prevención no ha sido suficiente. Así, el concejal planea, otra vez por su cuenta, cerrar espacios públicos como parques, jardines y pistas deportivas, de momento durante un par de semanas, y tratar de limitar todo lo posible las actividades sociales.

Por último, el veterinario vuelve a pedir responsabilidad a la gente, especialmente a la población joven, porque a falta de una vacuna, la única medida de contención contra el coronavirus es el distanciamiento social, y el Ayuntamiento, lógicamente, no tiene competencia para limitar lo que las personas pueden hacer en el ámbito privado.

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